El nacimiento de Vigo Bosco, la revista de los Antiguos Alumnos de Don Bosco, tuvo lugar hace treinta años en el mes de mayo de 1990.
Nació con toda la alegría e ilusión que provoca un nacimiento.
Todos nos prendamos de esa cosita redonda, rosada, que mueve sus bracitos y grita a pleno pulmón pidiendo comida.
Así fue el nacimiento de Vigo Bosco.
Todavía en aquel entonces nuestra Asociación se llamaba San Matías, en honor al fundador del colegio salesiano de Vigo.
En aquel entonces se nos decía que pretendía ser un medio de comunicación,
una plataforma para encontrarnos todos los Antiguos Alumnos.
Ahora en el nacimiento de Vigo Bosco, digital, pretendemos lo mismo.
Se nos decía:
aquí tenéis estas páginas, que son vuestras.
Ahora, este medio digital, también es vuestro.
Queremos que sean hojas garabateadas con apuntes de familia.
Los medios cambian, las formas cambian, la familia permanece. Somos la Familia Salesiana de Vigo.
Muchas veces ni nos enteramos de lo que sucede a nuestro alrededor.
Eso es tan cierto entonces como ahora. ¡Cuántas veces ignoramos al que tenemos al lado! Lo vemos como un elemento más del decorado.
VIGOBOSCO espera acoger vuestras noticias, comentarios y sugerencias
Recogemos esta esperanza, una esperanza en nuestro ser salesiano, para que comunicar vuestras experiencias, comentarios, criticas, colaboraciones para mejorar y que este proyecto tenga futuro.
Echamos a andar en un momento propicio.
Estamos ante una situación inesperada, ante una crisis social provocada por una invasión vírica. Vamos por un túnel camino de la luz. Que este Vigo Bosco sea uno de los lazos de unión para caminar juntos.
En aquel entonces se hablaba de un acontecimiento cercano, el centenario de la llegada de los salesianos a Vigo.
Ahora, en 2020, celebramos el nacimiento de la Asociación de los Antiguos Alumnos hace 150 años, cuando aquellos jóvenes fueron a felicitar a don Bosco y le hicieron un regalo.
Hoy queremos que Vigo Bosco digital sea el regalo para la Familia Salesiana.
El nacimiento de Vigo Bosco digital lo hace con la fe puesta, como Don Bosco, en María Auxiliadora.
Con la esperanza de que la misma ilusión que nos animaba hace treinta años continúa ahora viva e ilusionada.
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