Día de Todos los Santos y día de difuntos, dos fechas que van de la mano.
El 1 de noviembre se celebra el Día de Todos los Santos.
Esta es una celebración que se remonta en los siglos.
Hay muchos datos curiosos sobre ella y las distintas formas de celebrarlo según los países y las culturas.
En mi niñez y adolescencia recuerdo este día porque además de ser festivo nos reuníamos para comer castañas.
Incluso hicimos una canción con ese tema.
Mucha gente iba al cementerio a dejar flores. Yo no iba, porque no tenía allí a ningún familiar.
La verdad es que yo solo he visitado los cementerios en los entierros.
2 de noviembre el Día de Difuntos
Este día lo recuerdo porque se celebraba una vigilia extraordinaria en la Adoración Nocturna, aunque este caso tenía lugar a hora más temprana.
A mi turno de Adoración se le encargó varios años la organización y a mi se me encomendaba dirigir el rezo del rosario.
A mis compañeros les gustaba como “frenaba” a la gente en el rezo de las avemarías, diciendo con calma cada frase.
Es bueno acordarse de los Santos.
Primero están los Santos que todos conocemos y a quien cada uno tiene una especial devoción o preferencia.
Estudiando en un colegio salesiano, como yo, por ejemplo, es fácil enamorarse de Don Bosco.
Santos como Francisco de Asís atraen desde la niñez, por su amor especial a todas las criaturas.
Cuando murió mi amigo José Manuel, misionero en Zambia, fuimos tres personas de Vigo para visitar el lugar donde estaba enterrado.
Se nos dijo que fuéramos pronto, pues sino la tumba estaría muy deteriorada, ya que en Zambia no hay costumbre de visitar los cementerios ni cuidar los sepulcros.
Creo que no hay que olvidar a nuestros seres queridos que nos han dejado.
Claro que recordarlos no es solo visitar su tumba una vez al año.
Los recordamos en las vivencias que hemos tenido con ellos.
Yo llevo mi lista en el móvil.
También los recordamos haciendo visibles sus virtudes, haciendo nuestras sus cualidades, su paciencia, su bondad, su alegría,…
De ese modo siguen viviendo entre nosotros.
Dejar que el pasado inunde nuestro presente al hacer visible lo mejor de los que nos han dejado, es una excelente manera de construir un futuro mejor.
Nuestra vida puede ser un espléndido legado para la familia, los amigos, los conocidos y compañeros de muchos momentos de nuestra vida.
Ese legado empieza ahora mismo.
Todas las personas que me han dejado ahora están en mi recuerdo con todo lo bueno que me han dado.
También a mi me gustaría dejar un buen recuerdo.
No porque yo sea bueno, sino porque he proporcionado algún momento feliz en la vida de alguien.
Día de Todos los Santos y Dia de Difuntos van de la mano, como nos recuerda el Papa Francisco, la celebración por los que gozan de la presencia de Dios y las lágrimas por los que nos han dejado.
En nuestra vida las rosas siempre llevan espinos.
Jesús Muñiz.
0 comentarios