Enero de 2021 A mis hermanos salesianos y a todos los miembros de nuestra Familia Salesiana.
Estas palabras, publicadas en el Boletín Salesiano en el mes de marzo de 1888, reflejan el estado de ánimo de los salesianos de la primera hora tras la muerte de Don Bosco.
Desde jóvenes, habían encontrado en Don Bosco a un padre y a un amigo y ahora les tocaba a ellos coger el relevo de su obra.
Pocos días después de aquel 31 de enero, D. Rúa escribía a los directores de las casas una breve pero incisiva consigna:
Que la santidad de los hijos sea la prueba de la santidad del Padre.
Ya en el mes de marzo, una vez que había recibido la confirmación de su nombramiento como primer sucesor de Don Bosco, establecía las líneas maestras de su gobierno:
He querido recuperar estos recuerdos de nuestra historia en estas primeras buenas noches de este año.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero nuestro amor a Don Bosco tiene que mantenerse hoy, con la misma pasión de los orígenes. En varias ocasiones he recordado las palabras con las que D. Pascual Chávez se despidió de nosotros en las últimas buenas noches dirigidas a los participantes en el Capítulo General 27:
En efecto, cada uno de nosotros en las situaciones en las que nos encontramos, estamos llamados a ser en este 2021 una memoria viva de Don Bosco.
Cultivar esa unión con Dios que nos hace contemplativos en la acción.
Construir ese espíritu de familia que se encarna en detalles de afecto y cercanía.
Llevar a los jóvenes en el corazón y con independencia de las actividades que podamos estar realizando en el hoy de nuestras vidas, sentir que
Cerca o lejos siempre pienso en vosotros.
Amarrar nuestra vida en las columnas firmes de la Eucaristía y del amor a María, maestra y auxiliadora de nuestra vid.
Don Bosco no es un recuerdo del pasado, sino una fuente de inspiración para nuestra vida.
Su historia no es arqueología, sino memoria que nos ayuda a vivir en el tiempo actual su pedagogía y su espiritualidad.
Conocer las peripecias del padre, nos debe ayudar a los hijos a seguir el camino que Dios le inspiró.
Somos una memoria viva de Don Bosco y este es el mejor regalo que podemos dar a los jóvenes y a las personas que viven con nosotros. Antes que las cosas que hacemos, está lo que cada uno de nosotros somos.
En este mes de enero, miramos a Don Bosco como padre, maestro, guía espiritual y le pedimos que nos ayude a ser fieles a nuestra vocación en la familia salesiana para que así, también hoy la santidad de los hijos sea la mejor prueba de la santidad del padre.
Un fuerte abrazo.
Fernando García Sánchez
Inspector SSM
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