Dónde está Dios cuando sufrimos, es una reflexión a la que he dedicado algún tiempo.
Aunque sabemos que la presencia de Dios está de alguna forma únicamente en el cielo, las enseñanzas de la Escritura también dejan en claro que Dios es omnipresente (presente en todas partes y en todo tiempo).
Si tú crees en Jesucristo, Dios está contigo, a tu lado, sobre ti, y dentro de ti.
La presencia y atento cuidado de Dios nunca te dejará.
Si no crees en Jesucristo, Dios está frente a ti, invitándote, atrayéndote, ofreciéndote el amor, la misericordia y la gracia que Él desea darte.
Tal vez una mejor pregunta que “¿Dónde está Dios?” es “¿Dónde estás tú, en la relación con Dios?”
Parece que deseamos saber la respuesta a esta pregunta, más que nada cuando nos enfrentamos a problemas dolorosos y ataques de dudas.
Jesús durante su crucifixión preguntó, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Para los espectadores de la época, así como para aquellos que leen la historia por primera vez, parece que Dios sí abandonó a Jesús.
Así que obviamente, concluimos que Él también nos abandonará a nosotros en nuestros momentos más oscuros.
Sin embargo, si continuamos observando los acontecimientos que tuvieron lugar después de la crucifixión, se revela la verdad de que nada puede separarnos del amor de Dios, ni siquiera la muerte.
Después que Jesús fue crucificado, Él fue glorificado.
De este ejemplo únicamente, podemos estar seguros de que aun cuando no sintamos la presencia de Dios en medio de nuestro dolor, aun así podemos creer en su promesa de que Él nunca nos desamparará ni nos dejará.
Ponemos nuestra confianza en el hecho de que Dios no miente,
Él nunca cambia, y su Palabra permanece veraz para siempre.
Nosotros no nos desanimamos con las dolorosas circunstancias, porque vivimos por la fe en cada palabra que procede de la boca de Dios.
No ponemos nuestra esperanza en lo que se ve o percibe.
Confiamos en Dios, en que estas leves tribulaciones momentáneas están logrando para nosotros una gloria eterna que excede por mucho a todo el sufrimiento que podamos soportar en este mundo.
Así que, ponemos nuestros ojos, no en lo que se ve, sino en lo que no se ve.
Sabemos y creemos que lo que se ve es temporal, pero lo que no se ve es eterno.
También confiamos en la Palabra de Dios, la cual dice que Él está haciendo constantemente que las cosas funcionen conjuntamente para el bien de aquellos que lo aman y han sido llamados de acuerdo a Su propósito.
No siempre vemos el buen fin para el cual Dios está llevando a cabo las cosas.
Estamos seguros de que llegará el momento de entender y ver todo con más claridad.
Nuestras vidas son como un tapiz.
Si miras el reverso del tapiz, todo lo que verás será un revoltijo de nudos e hilos sueltos colgando por todas partes.
No es nada atractivo, y parece que no hay ni pies ni cabeza en la obra.
Cuando lo volteas, aprecias la forma en que el artesano entrelazó hábilmente cada hebra para crear algo hermoso, al igual que en la vida de un creyente.
Vivimos con una limitada comprensión de las cosas de Dios.
Vendrá el día cuando conozcamos y entendamos todas las cosas.
¿Dónde está Dios cuando nos sentimos dolidos?
El mensaje para que lo lleves contigo en tiempos difíciles, es que cuando no puedes ver Su mano, confía en Su corazón, y sabe con certeza que Él no te ha abandonado.
Cuando parezca que ya no tienes fuerzas por ti mismo, es cuando más puedes descansar completamente en Su presencia y saber que Su poder se perfecciona en tu debilidad
Luciano García
El artículo de Dónde está Dios cuando sufrimos, me ha dado mucha esperanza en mis dudas, y probablemente en mi fe poco arraigada. Esta lectura es un bálsamo para tener en cuenta en los momentos difíciles, porque saber que Dios siempre está aunque no lo percibamos, puede ser de gran ayuda cuando sintamos desasosiego, desesperación, nos hallemos perdidos, etc. Por ello he guardado en mi archivo, este esperanzador mensaje, para echar mano de él cuando lo necesite. Gracias Luciano.