La muerte injusta de Imelda es el resumen de una carta guardada entre los recuerdos de mi querido amigo Jose Manuel, misionero en Zambia.
Después de los años, la muerte injusta de Imelda, sigue siendo tan actual como entonces.
Transcribo textualmente la carta de quien ha dado la vida por vivir su ideal.
Hoy por la mañana recibí una llamada telefónica del padre de Imelda para decirme que la niña había muerto.
Ni que decir tiene que la noticia me dejó lleno de tristeza y hasta cabreado.
Muchos fueron los pensamientos que se me pasaron por la cabeza en un corto espacio de tiempo.
Es verdad que yo conocía a Imelda desde hace dos años, que la niña era de las que destacaba porque era diferente, sobresalía en todo, tenía una madurez impropia de una niña de su edad, y se dejaba querer como pocas niñas.
La muerte injusta de Imelda descubre injusticias humanas y pone de manifiesto que estas muertes se pueden evitar.
Simplemente pasan porque no hay voluntad política de arreglar el tema de la pobreza, porque se le de la espalda al sufrimiento de tanta gente pobre como Imelda, porque hay sus más y sus menos que no se quieren solucionar.
Yo hice una escapada al hospital donde estaba, la experiencia fue escalofriante: una cantidad inmensa de niños con cáncer, muchos ellos de ojo.
Yo nunca había visto algo semejante en mi vida.
En vez de tener un ojo, algunos casi que tenían un cuerno, algo realmente desagradable.
Pero aquí parece que es común entre los niños.
Pero lo que realmente echa el alma al suelo es ver los pocos medios (por decir algo), con los que cuentan para hacer frente a enfermedades como estas.
Por eso es cabreante que después vengan el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el G-8, la Unión Europea, USA y digan que para pagar la deuda externa hay que hacerlo a costa de la sanidad y de la educación.
En Zambia la educación secundaria no es gratuita por imposición de estas autoridades monetarias.
En los hospitales hay menos material porque enormes cantidades de dinero van para pagar la deuda externa.
A mi estas cosas no me entran en cabeza, sobre todo cuando gente experta en el tema, (incluidos varios premios nobel) demostró que cancelar la deuda externa no supone ninguno problema al sistema financiero internacional.
Es simplemente una cabezonería política para mantener el dominio sobre estos países pobres.
Por eso mismo el tema de la pobreza es cabreante en grado supremo cuando uno ve la cantidad de vidas que siega.
Hoy en día no hay que explicar la riqueza, lo que hay que explicar es por qué aún existe la pobreza.
Ya hay que ser caraduras y sinvergüenzas, (los políticos) para después venir a hablar de derechos humanos, democracia, desarrollo y otras canciones.
¿Quién le negó la Imelda su derecho a vivir sino aquellos que imponen internacionalmente políticas injustas en el país en el que Imelda nació?
Yo no puedo negar que con Imelda también murió algo de mi.
Ver y vivir en medio de
- tanta injusta pobreza que destroza la vida de gente inocente como Imelda.
- tanta tristeza provocada por el egoísmo de los políticos que se hacen el sordo a tanto sufrimiento que ellos mismos provocan.
- un sitio donde a la gente se le niega el derecho a una vida digna, donde gente muere sin poder saborear lo que es la vida.
Me lleno por dentro de amargura e impotencia y me desgarra el corazón porque ya hay que ser caraduras, sinvergüenzas y todo lo que se le quiera poner para seguir condenando la gente inocente como Imelda a morir cuando la solución la tienes en tus manos.
¿Cuantas muertes inocentes como la de Imelda hacen falta para que los países ricos despierten y solucionen el problema de la pobreza, (comercio en las mismas condiciones, eliminación de subvenciones y barreras a la importación).
Solo la fe en Jesús resucitado llena de esperanza mi vida, saber que en el fondo estamos en las manos de Dios y Él nos hará un día Justicia.
Solo la victoria de Jesús en la mañana del domingo me da la fuerza para saber que después de la noche oscura vendrá la Luz que alumbrará y nos hará ver que no somos hijos de la noche lóbrega sino de la luz que llena de colores cada rincón de la creación, incluidos los corazones de aquellos que siegan vidas como las de Imelda.
Descanse en paz la bienquerida Imelda y a ver si todos despertamos un poco más y no nos quedamos dormidos en la noche de la injusticia y al final somos cómplices de tanta muerte provocada injustamente.
Gracias Imelda por tu sonrisa y por la dulzura de tus palabras.
José Manuel Bernárdez Gándara
Sacerdote diocesano
Misionero en Zambia
(Alxén 1961-Zambia 2013)
La Muerte Injusta de Imelda, es una carta que refleja la impotencia de su autor ante estas muertes tan injustas, por la insolidaridad entre los pueblos, por la ineficacia y
egoísmo de los gobernantes, de los países ricos que no tienen generosidad con los más débiles. Es muy desolador, pero desgraciadamente, en los países ricos, como el nuestro, también hay quien tiene que sufrir muertes que se hubieran podido evitar, en el sentido de que aunque gozamos de una buena sanidad, nada comparable con los países más pobres, estamos viendo en nuestros días, , aunque antes ya ocurría en menor proporción, personas que no llegan a tiempo a sus tratamientos por las largas listas de espera, debido a la precaria atención primaria, que por las circunstancias se han agravado, y ello les ha llevado a una muerte que seguramente se hubiera podido evitar, si hubieran sido atendido antes. Esto puede ser en parte producto de mala gestión, pero lo más probable es de la insuficiente inversión en sanidad, siendo algunos de los territorios más ricos, los que menos invierten.