Uno de nuestros sentidos es vital: el tacto.
No se puede vivir sin el tacto. Nuestro cerebro se colapsaría.
Hemos nacido así: el contacto es necesario.
Ya desde el momento de nacer aprendemos tocando.
Con nuestras manos lo tocamos todo.
Lo que más nos gusta es tocar a mamá. Sentir la mano de mamá en nuestra piel es lo mejor del mundo.
Por eso aprendemos a llorar, porque cuando lloro mi mamá me coge en el “colo”.
Que bien nos lo pasamos en brazos de mamá.
Pronto empezamos a caminar y lo seguimos tocando todo. A través del tacto vamos aprendiendo.
Aprendemos a no tocar el fuego que hace pupa, ni las cosas que cortan.
Pero que bueno es meter el dedo en la tarta y luego llevarlo a la boca.
Claro que pronto nos comienzan a reñir para que no hagamos eso.
Eso es que empezamos a crecer.
Entonces hay cosas que ya no podemos tocar porque es de mala educación, tenemos que usar tenedor y cuchara.
También es cierto que tocamos otras cosas, el lápiz, el bolígrafo, el papel de las hojas de los libros, luego el ordenador, el móvil…
Yo tenía un amigo ciego. Con que rapidez leía tocando aquellos pequeños bultitos.
Lo cierto es que cuando no tenemos uno de los otros sentidos, el sentido del tacto, sobre todo, se desarrolla mucho.
A veces cerramos los ojos para sentir la brisa, percibir la caricia del sol, la frescura del agua.
Nunca se olvida el primer beso a una persona querida.
Las personas cuando tenemos relaciones de amor y amistad, de familia, nos besamos y nos abrazamos.
Me encanta bucear en el diccionario para ver el origen de las palabras, porque me encuentro historias preciosas.
Este es el caso del beso.
No me voy a extender ahora con el beso, que eso puede dar lugar a otra historia.
Lo curioso es que me encontré con la palabra ósculo, que también significa beso, aunque el término lo solemos emplear para un beso de afecto y de paz.
La palabra procede del latín osculum, que significa boquita.
¿Y con qué besamos? Con la boca
Y boca viene de latín bucca, y esta es una palabra de origen celta.
Ya llegamos a nuestros orígenes.
Lo cierto es que el beso reúne tantas sensaciones y es tan hermoso.
Ojalá las guerras fueran a besos y no a cañonazos.
El beso desde luego es uno de los contactos más exquisitos y variados.
Se besan los niños, los padres, los hermanos, los amigos, los enamorados.
Es un signo de afecto, de ternura, de amor, de pasión, de fraternidad, de paz, de comunicación.
Hasta podemos mandar un beso por el aire.
Y el otro contacto maravilloso es el abrazo.
¿Hay algo más hermoso que un abrazo?
Nos encanta abrazarnos y también disfrutamos viendo como se abrazan los demás.
Nos abrazamos al encontrarnos y al despedirnos.
Cuando no tenemos palabras para decir lo que sentimos en un abrazo lo dice todo.
Hay que abrazarse. Sentirse abrazado es sentirse querido.
Abrazar y dejarse abrazar abre la puerta de la felicidad.
No hay duda: uno de nuestros sentidos es vital y el abrazo es la mejor muestra de ello.
Jesús Muñiz González
Para mí, todos los sentidos son importantes. El tacto es el primero que los humanos desarrollamos y es, sin duda, vital. Pero.. qué mal lo pasamos y qué poca calidad de vida tenemos si nos falta cualquiera de los otros sentidos..