Rumiar recuerdos siempre es bueno

Rumiar recuerdos siempre es bueno. Aprovechar esos momentos donde uno se siente a gusto.

Como al despertar, antes de levantarte, y te quedas en la cama unos minutos.

Cuando recuerdas vuelves a vivir ese tiempo feliz, esa vivencia que se ha quedado en el corazón, para alimentar tu despensa.

¿Quién no tiene momentos felices para recordar?

Esos son tiempos azules.

A donde puedes volver cuando quieras. La memoria, nuestra memoria, lo guarda todo para siempre.

Si buscas encuentras. Nada de lo que has guardado ahí es volátil. Está ahí para siempre.

Es cierto que ha veces perdemos el camino para llegar hasta el recuerdo.

Sin embargo yo he comprobado que a fuerza de intentarlo encuentras el camino.

Hoy, en uno de esos momentos para recordar, me han venido a la mente los abrazos de mi nieto Elias.

Ahora ya ha crecido, es un adolescente.

Cuando era muy pequeño, abría los brazos, como un osito, y los cerraba apretándose a ti con fuerza, cerrando los ojos, para concentrarse, y regalarte su energía y su cariño.

Yo me preguntaba quien le había enseñado.

Eso no se aprende, es algo que te sale desde dentro.

Yo creo que cuando quieres a alguien, se te van guardando en el corazón todos los abrazos.

Cuando llega el momento, vas a la despensa y sacas el abrazo.

Es una práctica muy buena.

Piensas en la persona que quieres, le das un abrazo con la imaginación, y se queda guardado en la despensa.

Cuando llega el momento, vas a la despensa y allí está, listo para usar.

La despensa de tu corazón no es como el almacén del móvil, la tablet o la computadora, ni siquiera como la “nube”.

La despensa del corazón no tiene límites, cuantos más la usas, más espacio tiene. Es a la medida de tu afecto, de tu cariño.

Rumiar recuerdos siempre es bueno, porque disfrutas de nuevo de todas las veces que has echado mano a la despensa, para usar lo que tu cariño guarda.

Jesús Muñiz González