Autoestima en zapatillas es una reflexión desde mi experiencia.
Autoestima en zapatillas en una reflexión de andar por casa, sin alardes sicológicos o filosóficos.
La palabra autoestima no tiene mucha antigüedad, pero si lo que significa.
Cuando todavía tenía niños en el colegio, en el grupo de Escuela de Padres nos dieron un cursillo práctico de autoestima.
La verdad es que me impactó y desde entonces he pensado en el tema y mi autoestima subió bastante.
Jesús de Nazaret nos dijo: “ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Y nos olvidamos de lo que hay después del “como”.
Lo primero es quererme yo. Tengo que ponerme delante del espejo y decirle al que veo allí: “te quiero”.
Una bella lección sobre autoestima nos la da el famoso cuento de “El patito feo”.
Cuando fue capaz de mirar su imagen reflejada en el agua descubrió que era un cisne.
Entonces se vio guapo, se quiso, y a partir de ahí, también pudo querer a los demás y fue querido.
¿Cómo voy a ser capaz de querer a alguien sino me quiero yo?
¿Cómo puedo pensar que alguien me pueda querer si yo mismo no me aguanto?
A quien me lea, lo animo a que cuando llegue a casa, se calce las zapatillas y antes de ir al sofá, se miré al espejo y sonría.
Ese puede ser el comienzo de una gran amistad.
Ese puede ser el inicio de tu autoestima en zapatillas.
Autoestima en zapatillas expresado de forma sencilla, clara, y muy pedagógica. Una gran lección a poner en práctica, para nosotros mismos y los demás
Empezaré yo a mirarme al espejo y decirme que no soy fea. Toda mi vida la he pasado viéndome fea y vieja. Veo todos los defectos en mí, porque eso me ha hecho creer la gente.