Enero de 2022. Buenas noches.
A mis hermanos salesianos y a todos los miembros de nuestra Familia Salesiana
Pasados seis meses de la Primera Guerra Mundial, las comunidades de los países en conflicto habían quedado diezmadas al verse obligados muchos salesianos a cambiar la vida religiosa por el uniforme militar.
No es difícil imaginar el desasosiego y la incertidumbre que debió generar esta situación en quien tenía la responsabilidad del gobierno de la Congregación ante la necesidad de seguir atendiendo a los colegios, las escuelas profesionales y las necesidades de los jóvenes en un mundo en guerra.
El 21 de noviembre de 1914, en este contexto, D. Pablo Álbera, escribía a los salesianos estas palabras:
Seríamos hombres de poca fe si nos dejáramos vencer por el desánimo.
Demostraríamos que ignoramos la historia de nuestra Sociedad si, ante las dificultades que parecen querer bloquear nuestro camino, nos detuviéramos desconfiados.
¿Qué diría desde el cielo, donde nuestro dulce padre nos mira con amor, si nos viera débiles y desanimados al vernos menos en número para cultivar ese campo que la Providencia ha asignado a nuestra actividad?
Oh, recordad queridos, que Don Bosco nos reconocerá como verdaderos hijos, solo, cuando nuestro valor y nuestra fuerza estén a la altura de las graves dificultades que tenemos que superar.
Y este coraje, y esta energía que nos es necesaria, debemos sacarla, ante todo, de la piedad.
Os confieso que he leído varias veces estas palabras del segundo sucesor de Don Bosco para intentar hacerlas mías.
Por eso, he querido compartirlas con todos vosotros en estas primeras Buenas Noches del nuevo año.
¿Qué diría Don Bosco si nos viera débiles y desanimados?
Ciertamente que no nos faltan dificultades.
La pandemia genera enfermedad, pobreza, inseguridad y bloqueo ante nuestra manera de relacionarnos con los jóvenes.
Nos faltan fuerzas para atender tantas necesidades como vemos en nuestras casas.
Nos gustaría contar con más salesianos jóvenes, con más vocaciones en los diferentes grupos de nuestra familia, con relevos generacionales en quienes llevan muchos años tirando del carro, con un mayor compromiso y acogida de nuestro mensaje cristiano.
Pero de nada sirve instalarse en la queja y en el lamento.
Hacerlo sería ser personas de poca fe.
Las palabras de D. Álbera, me estimulan a iniciar este año invitándoos a todos a vivir a vivir con alegría nuestra vocación, con el coraje y la energía que nos da el sabernos en manos de Dios.
En efecto, es desde nuestra confianza en Dios y nuestra relación personal con Él, desde donde podemos sacar esa fortaleza para ser testigos creíbles suyos en cada una de nuestras casas.
Cada uno podemos sentirnos interpelados por estas palabras y pedir al Señor su gracia para traducir estos gestos concretos de nuestra vida, la fidelidad a nuestra vocación de seguidores de Jesús.
No podemos ignorar la historia de nuestra Congregación:
Con sentimientos de humilde gratitud, creemos que la Sociedad de San Francisco de Sales no es fruto de una idea humana, sino de la iniciativa de Dios.
Recordar de nuevo esta convicción, puede ayudarnos al inicio de este año a sentirnos instrumentos del buen Dios que quiere seguir haciéndose presente en la vida de las personas, a través de nosotros y de todo el bien que se lleva a cabo en cada una de nuestras casas.
Que nuestra fe profunda, se convierta en coraje y energía para ser signos de esperanza entre las personas con las que vivimos.
Este es mi deseo y mi oración para este año.
Un fuerte abrazo
Inspector SSM
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