El carisma salesiano es la forma de ser y actuar de Don Bosco, es una experiencia educativa vivida por el santo y transmitida a los salesianos.
Con el paso del tiempo, la obra de Don Bosco, su Oratorio, fue adquiriendo aceptación y aprecio social.
“Los muchachos de Don Bosco” comenzaban a ser reconocidos por su honestidad y su laboriosidad. Tal vez este fue el milagro más grande obrado por Don Bosco:
Devolver a estos jóvenes la dignidad social, la esperanza de un futuro mejor, la alegría de vivir y la conciencia de ser hijos amados de Dios; en una palabra, diríamos la salvación de la juventud.
Don Bosco, pastor-educador de la juventud
Para comprender el carisma de Don Bosco, debemos verlo en acción. Difícilmente encontraremos en él una revolución doctrinal, pero sí un nuevo modo de llevar adelante la evangelización de la juventud por medio de la educación.
Como buen hijo de familia campesina, Don Bosco se preocupaba más de responder concretamente a los problemas que de entenderlos.
No sorprende, que pusiera como objetivo de su praxis educativa el de “formar buenos cristianos y honestos ciudadanos”.
Frente al lema benedictino ora et labora (ora y trabaja), Don Bosco bien podría haber aclarado el que trabaja, ora. Desde su niñez, Don Bosco estuvo acostumbrado al trabajo. Fue educado y educó para el trabajo.
Con su propia vida ofrecía ejemplo de una mística del trabajo, del trabajo hecho oración. Para Don Bosco, el trabajo principal y más importante era el de la educación de la juventud.
A esta actividad dedicó Don Bosco toda su vida y en el trabajo educativo logró su santificación.
Evidenciamos entonces que en el carisma salesiano la espiritualidad se realiza como trabajo evangelizador-educativo en favor de la juventud, especialmente la menos favorecida.
Resaltamos también que Don Bosco tenía un estilo y programa característico, el Sistema Preventivo. Éste encuentra una de sus fuentes principales de inspiración en un sueño, tal vez el más importante, que ha llegado hasta nosotros de su misma pluma.
Nos referimos al sueño de los nueve años. Este primer sueño es como el paradigma de su vida y también la fuente de la cual emanan las líneas fundamentales de su Sistema Preventivo, que le “quedó profundamente grabado en la mente para toda la vida”.
Se le revela un modo de actuar para transformar lobos en corderillos.
En el sueño aparece un “extraño personaje”, que siempre se equipara a Jesús, aunque en ningún momento se mencione explícitamente su nombre, quien le dice:
A estos amigos tuyos no los vas a ganar con los golpes, sino con la mansedumbre y la caridad. Empieza ahora a enseñarles la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud.
Tal revelación fue tomando sentido y razón casi absoluta en el contacto con la espiritualidad de San Francisco de Sales, para quien la regla de oro es:
Hay que hacer todo por amor y nada por la fuerza; hay que amar la obediencia y temer la desobediencia.
Sobre la naturaleza, los objetivos perseguidos y el modo de llevar adelante su Sistema Preventivo, Don Bosco no dejó más que unas cuantas páginas escritas. Éstas reflejan su mentalidad pedagógica y sus anhelos pastorales. Más que gruesos volúmenes, Don Bosco nos dejó el testimonio de su vida.
No sin razón Juan Pablo II ha llamado a Don Bosco el
padre y maestro de la juventud.
En esas páginas encontramos también la realidad de un hombre que escribe para responder a situaciones reales en un momento y lugar concretos. Su sistema educativo es entonces el reflejo de su vida, de la educación que recibió en casa de manos de su madre, de su formación eclesiástica, de su experiencia de trabajo pastoral con la juventud abandonada de Turín y de las inspiraciones que Dios puso en su corazón.
Escribe Don Bosco:
Este sistema descansa por entero en la razón, en la religión y en el amor; excluye, por consiguiente, todo castigo violento y procura alejar aun los suaves.
De ahí se puede inferir que su Sistema no es un método cerrado, sino una actitud. Un gran historiador afirma que más que Sistema Preventivo, se debería hablar de pedagogía del prevenir.
Prevenir no es solo evitar que se cometa el mal, sino también y ante todo, brindar los medios necesarios para que se realice el bien.
Por ello la necesidad de recreación, esparcimiento lúdico, música, fiesta, etc.; y de manera especial la presencia constante y fraterna del educador-asistente, que pone al joven en la imposibilidad de cometer el mal, pero al mismo tiempo le incentiva a obrar el bien.
Todos estos elementos ya están presentes en otros sistemas educativos.
No quiso descubrir algo nuevo, sino poner en primer plano lo que se había olvidado.
En el Sistema Preventivo se privilegia la alegría que proviene del corazón que está en paz, porque está en paz consigo mismo y con Dios.
Así pues, queda explícita nuevamente la influencia del humanismo devoto de San Francisco de Sales.
En el campo espiritual hay dos características del Sistema Preventivo que no podemos pasar por alto. Éstas son también reflejo de aquel primer sueño.
Primero, la frecuente práctica sacramental, principalmente la eucarística y la reconciliación, que son lugares de encuentro con el Dios amigo, lleno de misericordia.
Segundo, la devoción mariana, que no es en modo alguno marianismo sino, por el contrario, auténtico compromiso de vida cristiana.
En síntesis, podemos afirmar que el trabajo de evangelización y educación de la juventud, en el carisma salesiano, se realiza mediante la puesta en práctica del Sistema Preventivo, por medio del cual se pretende llegar a la realización plena de la persona.
Éste nace de la experiencia vivida por el mismo Don Bosco y transmitida a sus salesianos y a todos los simpatizantes de su obra.
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