El salto a la fama se ha hecho realidad en el grupo de teatro Camaux.
En la Asociación de Antiguos Alumnos de Don Bosco “María Auxiliadora” todavía no se lo pueden creer.
Todo ocurrió como en una película de Hollywood.
El 26 de marzo el grupo representó la obra “Los músicos peregrinos” en el Centro cultura de Valladares.
No acudió mucha gente, pero el grupo actuó con el mismo entusiasmo de siempre, como si el auditorio estuviera lleno.
Cuando terminó la obra en medio de los aplausos salí a dar las gracias al público.
A continuación bajé al patio de butacas y estuve saludando a la gente.
Estaba encantado viendo a todos sonrientes por haber pasado un rato agradable.
Mientras esperaba por mi hija, que había ido a llevar las cosas al auto, se me acercó un señor.
Me preguntó si yo era el director del grupo.
Le dije que si.
Me felicitó por la representación y le di las gracias.
Entonces quiso saber quien era el autor.
Cuando le aclaré que era yo mismo me dio una tarjeta y me preguntó si podría llamarle hoy martes, a las diez de la noche.
Así lo hice. Llamé al teléfono y enseguida me comunicó que una persona quería conocerme y se pondría al teléfono para hablar conmigo.
La verdad es que estaba muy sorprendido y pensando que era muy extraño, así que con cierta inquitud esperé a que me hablara esa persona.
Una voz femenina muy agradable me saludó.
Enseguida me comunicó que la obra le había impresionado mucho. Me preguntó si estaría dispuesto a firmar un contrato para la realización de una película.
Lo primero que pensé es que se trataba de una broma.
Me dijo que su nombre era Elena. Ella trabajaba para una importante casa cinematográfica de la que de momento no me podía dar su nombre.
Me aseguró que sería un contrato legal y que yo podría llevar a un asesor, un abogado para que tuviera la seguridad de que no se trataba ni de una broma, ni una estafa.
Si estaba de acuerdo, el viernes podríamos vernos para iniciar los trámites legales.
El contrato se firmaría de acuerdo a las leyes españolas y en una notaría. No perdería los derechos de autor. Sería solo un contrato para la explotación de la obra por un tiempo limitado que podría ampliarse si ambas partes así lo acordábamos.
Bueno, pensé que no perdería nada con ello y además eso de firmar en una notaría me daba bastante seguridad. Ya mi cabeza buscaba el nombre de algunos abogados amigos que me podría ayudar.
Por mi forma de expresarme ella se dio cuenta de mi desconfianza. Entonces me hizo una pregunta sorprendente.
Se había enterado por la persona que me entregó la tarjeta con el teléfono que el objetivo de nuestras representaciones era obtener fondos para becas de estudios.
Quiso saber el importe de las becas. Se lo dije. Y escuche al otro lado una risa.
Me preguntó si no tenía ninguna aspiración más. Su tono de voz me impulsaba a comunicarle mis sueños, todos ellos relacionados con los proyectos de ayuda que bailaban en mi cerebro.
Entonces y ya para rematar la conversación me dijo que mis sueños eran muy pequeños si finalmente firmaba el contrato.
Se despidió diciéndome que estaríamos en contacto y que este próximo viernes hablaríamos en persona.
Cuando colgué el teléfono, por un instante dudé si estaba soñando o todo era fruto de mi imaginación.
Menudo argumento para una nueva obra. El cuento de la Cenicienta.
Hoy lo sabré, con certeza.
Después de todo, realmente, los miembros del grupo de teatro Camaux han saltado a la fama en mi corazón.
Les deseo bendiciones y muchas felicidades. Ya verán que todos serán famosos y podrán ayudar más. Que el Señor les acompañe en un sueño hecho realidad.