Julio y Agosto de 2022, a mis queridos hermanos salesianos y a todos los miembros de nuestra Familia Salesiana.
Un día del año 1847, después de haber meditado mucho sobre la manera de hacer el bien a la juventud, se me apareció la Reina del Cielo y me llevó a un jardín encantador.
Así comienza Don Bosco la narración de su conocido sueño del emparrado de rosas.
En ese jardín fue invitado a caminar entre exuberantes rosas que de forma oculta para quienes lo miraban superficialmente desde fuera, llenaron su cuerpo de sangrantes heridas por las espinas que escondían.
Has de saber, le explicó la Virgen, que el camino recorrido entre rosas y espinas, significa el trabajo que deberás realizar en favor de los jóvenes.
Tendrás que andar con los zapatos de la mortificación.
Las espinas del suelo significan las simpatías y antipatías humanas que distraen al educador de su verdadero fin y lo hieren y lo detienen en su misión.
Las rosas son símbolos de la caridad que debe ser tu distintivo y el de todos tus colaboradores.
Sabias palabras que siguen teniendo una enorme actualidad.
También nosotros llegamos a un final de curso en el que habremos experimentado esas espinas que tienen las rosas entre las que caminamos.
Espinas que se expresan en diferentes situaciones vitales que nos hacen daño y que pueden llevarnos a momentos de duda y desaliento, con la tentación de bajar los brazos y expresar como aquellas personas del sueño:
¡Nos hemos equivocado!
Don Bosco conmovido ante aquella reacción de quienes habían decidido seguirle se preguntó entre lágrimas:
¿Es posible que tenga que recorrer este camino yo solo?
Afortunadamente no es así en nuestras casas.
Hay momentos en que necesitamos calzar buenos zapatos que protejan nuestros pies, necesitamos compañía para superar los tramos más complicados del camino y experimentar la esperanza que da el saber que más allá de lo que la gente pueda decir sobre nosotros, la misión salesiana es tan hermosa como ese jardín descrito en el sueño.
Os invito a hacer balance personal de lo vivido durante este curso con sus rosas y sus espinas.
También os animo a escuchar la voz de nuestra Madre Auxiliadora que guía nuestros pasos y nos da coraje para seguir caminando sin desfallecer hasta esa brisa suave que alivia y restaura los cansancios cotidianos.
Y os animo a renovar nuestra ilusión y compromiso por la vida que llevamos, a vibrar con corazón salesiano, a no dejarnos llevar por el desaliento.
Demos un sentido a cada espina de la vida para que como en el sueño de Don Bosco, la caridad nos mueva a seguir haciendo el bien a los jóvenes.
En efecto, hacer el bien a los jóvenes, ese fue el contexto que provocó el sueño de Don Bosco y ese debe ser el sentido que los miembros de su familia sigamos dando a cualquier incomodidad que podamos vivir para que nunca nos apartemos de ellos que son la razón de ser de nuestra existencia.
Un fuerte abrazo
Inspector SSM
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