Buenas noches de marzo de 2023.
A mis hermanos salesianos y a todos los miembros de nuestra Familia Salesiana
Con solo nueve años recibió en sueños una misión que a él le sobrepasaba:
No con golpes, sino con mansedumbre y la caridad, deberás ganarte a estos amigos. Ponte, pues, ahora mismo a enseñarles la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud.
En estas palabras de Jesús, que aquel niño veía como una misión imposible, se le indicaba una tarea y un modo para llevarla a cabo.
Por eso, ayudar a los jóvenes a tomar conciencia de los efectos del pecado para poder acercarles a Dios, fue para Don Bosco una constante durante toda su vida tal y como aparece en los escritos que les dirigía, en los sueños que les contaba y en las buenas noches con las que en un ambiente de familia concluía la jornada cotidiana.
Sin embargo, nuestra cultura ha eliminado el pecado tanto de nuestro lenguaje como de nuestra vida.
El relativismo ético, la normalización de conductas y, sobre todo, el arrinconamiento de Dios como referente de vida y de sentido para las personas, nos ha conducido no ya a la pérdida de la conciencia del pecado de la que habló Pablo VI hace muchos años, sino a la eliminación práctica de este concepto.
En una conversación reciente con un equipo de educadores, al preguntarles sobre qué pensaban que necesitan hoy los jóvenes, me respondieron que ante las experiencias de sufrimiento con las que conviven necesitan referente adultos que les ayuden a distinguir el bien del mal que les acerquen al Dios que da sentido a la existencia.
Tal vez, son palabras con un lenguaje de hoy para expresar la misión que Juanito Bosco recibió hace doscientos años.
Quisiera invitar a toda la Familia Salesiana a sumarnos a la encomienda recibida por Juanito Bosco de labios de Jesús.
Tomar conciencia del propio pecado nos hará sentir la necesidad de Dios.
Mirarnos con honestidad
nos ayudará a quitarnos todos esos ropajes que generan diferentes maneras de ser autorreferenciales y que nos ponen a la defensiva para no querer o poder ver la necesidad que tenemos de cambios en nuestra vida.
Es dar testimonio de la esperanza que nos mueve y de la necesidad que tenemos de vivir la Buena Noticia que Jesús nos anunció con su vida y sus palabras.
En esta cuaresma estamos llamados a dejarnos reconciliar con Dios, a cultivar el deseo de Dios en nuestra apresurada existencia y buscar un momento de calidad en el que acudir a la fuente del perdón.
Así, con su fuerza y su gracia, podemos experimentar el perdón y la paz.
Un abrazo.
Fernando García Sánchez
Inspector SSM
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