Un Salesiano plenamente entregado a los jóvenes. Alfredo, el “Pintu”, seguro que hoy le llamaríamos el “Mesi”, nunca se vanaglorió de ello.
Nunca se le vio gloriarse de sus logros, ni entonces ni a lo largo de su vida.
Fue un salesiano plenamente entregado a los jóvenes, fiel reflejo de aquellos que cien años antes, 1859, iniciaron la “Sociedad de San Francisco de Sales”.
Alfredo: un salesiano sencillo, amable, cercano a los jóvenes.
Y por ellos y con ellos, preocupado e implicado en apoyar y llevar adelante todas las iniciativas educativo pastorales que iban surgiendo en nuestros ambientes salesianos: Centros juveniles, catecumenado, etc.
Como tutor de COU, acompañando a los jóvenes con iniciativas que, sin apartarles lo más mínimo de sus estudios -condición inviolable siempre-, consiguieran los medios necesarios para realizar todos juntos unos viajes culturales extraordinarios de fin de curso.
Alfredo nunca se negó a nada que se le pidiese, que revirtiera en favor de los jóvenes.
Tenía un corazón de oro, siempre dispuesto a compartir las ilusiones y alegrías de los demás; y que, ante el fracaso o dolor de otros, no podía ocultar sus lágrimas.
Alfredo, tú no querías molestar a nadie.
Lo conseguiste hasta el final.
Te nos fuiste al comienzo del Adviento, al encuentro del que venía.
Estoy seguro de que ya estás celebrando la Resurrección definitiva en el “Paraíso salesiano”.
Aquí te echamos mucho de menos.
Seguro que tienes muy presentes a los jóvenes en tus oraciones.
No te olvides tampoco de nosotros.
Maravillosa persona, tengo grandes recuerdos de él y con el.
Un abrazo al cielo querido amigo.