Buenas noches Julio-Agosto de 2023, a mis hermanos salesianos y a todos los miembros de nuestra Familia Salesiana.
Corría el año 1875. Las Constituciones se habían aprobado el año anterior.
Los salesianos salían de Italia, fundando en el sur de Francia y en Argentina.
Don Bosco se encontraba en plena redacción de las Memorias del Oratorio.
En este contexto tuvo lugar un dialogo con D. Barberis, que es recogido en las Memorias Biográficas:
Vosotros completaréis la obra que yo he comenzado; yo hago el croquis y vosotros le pondréis colores.
– ¡Si no estropeamos lo que hace don Bosco!
– ¡Eso no! Mira: yo hago ahora el borrador de la Congregación y dejaré a los que vengan detrás de mí que lo pongan en limpio.
Han pasado muchos años desde aquella conversación familiar entre Don Bosco y D. Julio Barberis, uno de sus grandes amigos que empezaron a poner color en el boceto iniciado.
La sociedad que hoy habitamos ha experimentado un cambio de época, pero la tarea encomendada en la intimidad de aquel encuentro, sigue estando vigente.
Hace unos días, hablando con un jesuita que nos conoce bien, me decía lo siguiente: vosotros tenéis tres tesoros que me llaman poderosamente la atención.
Por un lado vuestro ambiente de familia que genera un tipo de relaciones muy cercanas, por otro el hecho de que eduquéis en la alegría, pero creo que vuestro mayor tesoro es que lleváis a María Auxiliadora a lo más profundo del corazón de muchísimas personas y eso cala muy hondo.
Tal vez es un buen resumen para nuestra manera de seguir poniendo color al boceto realizado por Don Bosco. Finalizando este año resuenan también en mi corazón aquellas palabras dichas en la intimidad por un hermano anciano:
Estoy orgulloso de ser salesiano.
No se trata de un orgullo soberbio o banal, sino de una convicción de vida expresada cuando ya no hay nada que ocultar:
La vocaci6n salesiana merece la pena, los jóvenes de hoy necesitan personas autenticas y creíbles que les den herramientas para poner color en sus vidas, que ofrezcan oportunidades de esperanza, que anuncien el Evangelio de la alegría con la pedagogía de la bondad.
Nosotros estamos llamados a ser esas personas y a crear esos ambientes que hagan posible estas oportunidades de encuentro y de crecimiento.
Por eso, en estas ultimas Buenas Noches del curso, me gustaría hacer una invitación personal a quienes leéis estas palabras.
Vivimos en una sociedad que nos presenta un exceso de mensajes y esto puede provocar que todo resbale y apenas cale en la propia vida.
Al acabar este año, Don Bosco, como hizo con D. Barberis, se dirige a ti como a uno de esos hijos a los que pide que sigan poniendo color al boceto que él dibujó.
¿Qué puedes hacer para que esto sea una realidad?
¿Qué está en tu mano para que esa percepción de familiaridad, alegria y presencia de la Auxiliadora que me expresaba aquel jesuita no sea solo una impresión genérica, sino un compromiso renovado de vida de todos y cada uno de los que formamos parte de la Familia Salesiana?
Hemos recibido una preciosa herencia que tenemos que custodiar.
Nuestros jóvenes necesitan que las Casas salesianas estén habitadas por personas que transparentan la memoria de Don Bosco, que dejan a un lado todo lo que pueda ennegrecer la vida para contribuir a generar un ambiente que educa en la alegría, que anuncia la esperanza y que practica la pedagogía dela bondad.
Nosotros somos hijos e hijas de Don Bosco, que queremos seguir poniendo color al cuadro que él nos dibujó.
Os invito a ello con ilusión y ánimo renovado.
Fernando García Sánchez
Inspector SSM
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