Buenas noches Diciembre de 2023, a mis hermanos salesianos y a todos los miembros de nuestra Familia Salesiana.
“No con golpes, sino con mansedumbre y con caridad deberás ganarte a estos tus amigos”.
Juanito Bosco recibió este consejo a la edad de los nueve años para frenar ese ímpetu que le impulsaba a intentar cambiar a las personas de una manera equivocada.
Mucho tiempo después, con todo el bagaje de una vida a su espalda, escribía una carta en Roma cuatro años antes de morir, para salvaguardar en el Oratorio el aprendizaje de toda una vida: la familiaridad engendra afecto, y el afecto confianza. Esto es lo que abre los corazones.
Casa, presencia, familiaridad, cercanía, afecto demostrado, eran palabras que, en aquel escrito dirigidos a su s hijos, condensaban su carisma, un estilo de relaciones, una propuesta espiritual.
La vida de don Bosco fue un laboratorio en el que se experimentó un sistema pedagógico en el que se cuidaban todos los detalles que favorecían un ambiente que arropaba al muchacho y le hacía crecer.
Los educadores no solo estaban para realizar una función, sino que tenían que hacerse querer para poder ser, individual y grupalmente, referentes auténticos y creíbles para los demás.
La construcción de un ambiente de familia y el acompañamiento de referentes adultos, se completaba con una estrategia de protagonismo juvenil que transformaba a los jóvenes de destinatarios de servicios educativos en miembros activos de una casa con la que se generaba un vínculo de afecto y pertenencia.
Cientos de años después seguimos constatando en nuestras casas que el Sistema Preventivo nacido en la comunidad de Valdocco, funciona en tantos lugares.
En la vida de chicos que se acercan a nuestras presencias tras experiencias de fracaso y que perciben la diferencia que supone sentirse acogidos, aceptados, queridos.
A la edad de nueve años aquel niño no podía entender lo que el hombre del sueño le decía, pero al final de su vida, Don Bosco escribía a sus hijos para recordarles que el secreto del ambiente de familia, de la cercanía y de la presencia educativa, estaba, ante todo, en tener a Jesús como referencia, en ver la vida a través de sus ojos y sentirla con su corazón:
sin familiaridad no se demuestra afecto, y sin esta demostración no puede haber confianza.
El que quiere ser amado debe demostrar que ama.
Jesucristo se hizo pequeño con los pequeños y cargó con nuestras enfermedades. ¡He aquí el maestro de la familiaridad!
En estas buenas noches de diciembre, al inicio del camino del adviento, he querido pasar del consejo pedagógico y relacional recibido a los nueve años, al fundamento del mismo, que se halla en el encuentro con la persona de Jesús, con el Maestro que acompañó toda la vida de Don Bosco.
Jesús nos indica el camino de la mansedumbre y de la caridad para pasar por la vida haciendo el bien.
De Jesús podemos aprender el poder de la ternura, de la misericordia, la acogida y el perdón. Jesús nos invita a cambiar cuanto sea necesario en nuestras vidas para no elegir el camino de los golpes, de los bloqueos, de los rencores.
Con la mansedumbre, la caridad, la paciencia que él nos mostró en su vida, podremos cambiar muchas cosas, empezando por nosotros mismos: ¡He aquí el maestro de la familiaridad! ¡He aquí el secreto del Sistema Preventivo!
Un fuerte abrazo
0 comentarios