Buena noches Abril de 2024.
A mis hermanos salesianos ya todos los miembros de nuestra Familia Salesiana.
En la solemnidad de la Pascua del 12 de abril de 1846, Don Bosco y sus muchachos trasladaron todos los enseres de la iglesia y de los juegos para tomar posesión del primer lugar estable del Oratorio.
Aquel cobertizo del señor Pinardi, aparentemente inservible, se convirtió en el lugar en el que el sueño de los nueve años Comenzaba a hacerse realidad.
Cuando hoy entramos allí, no nos encontramos con un museo o con un sitio para hacer visitas y explicaciones históricas.
Por una acertada decisión de la Congregación, la capilla Pinardi es un espacio de silencio y oración, habitado por la presencia de Jesús en la Eucaristía con el precioso telón de fondo del fresco del Resucitado.
Así, ese lugar que evoca los orígenes de nuestra familia, pedagogía y espiritualidad salesiana, nos recuerda quién debe habitar siempre cada una de nuestras casas.
Tal día como hoy, coincidiendo también con el domingo de Pascua, Don Bosco era Canonizado.
Aquel hombre que lloraba desconsolado al no saber cómo responder al plan de Dios que había soñado, se nos presentaba como modelo: padre, maestro y amigo para superar los desánimos y acompañar los sueños que Dios pone en nuestras vidas.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces y estas Buenas Noches os llegan con el anuncio de la Resurrección de Jesús que nos llena de alegría y nos libera de las ataduras que provoca la tristeza.
La alegría Cristiana es una tristeza superada y hunde sus raíces en la experiencia de la Pascua.
El encuentro con Jesús ayuda a superar los miedos, las dudas y los rencores que atenazan la vida.
La ausencia de alegría es un indicador de que algo no va bien en el corazón y que es necesario abordarlo.
La alegría, como la paz y el perdón, son regalos del Resucitado que necesitamos en nuestra vida para convertirnos en testigos de aquello en lo que creemos.
Os invito a convertiros en embajadores de esta alegría de la Pascua.
El misterio pascual se hace presente en las situaciones cotidianas.
Creer en él no borra las heridas, pero transforma la mirada.
No elimina las experiencias negativas de cada uno, pero infunde el soplo de vida del Resucitado que da consuelo, fortaleza y paz.
No suprime los conflictos o las diferencias con las personas, pero genera una nueva fraternidad que no nace ya de la mera simpatía humana sino de la comunión con el hermano por el que Cristo murió.
La alegría es un indicador de la vitalidad de nuestras casas.
Una presencia salesiana tiene que contagiar ilusión con tantas actividades y oportunidades de encuentro. Estos meses que tenemos por delante nos traerán una gran variedad de momentos que generan sentido de pertenencia y llenan de energía nuestros ambientes.
No olvidemos, entre tantas cosas que hacemos y organizamos, que toda esa alegría que expresamos en espacios de encuentro y de fiesta, quiere tocar lo más hondo del corazón de cada persona donde es posible encontrarse con el Señor de la vida.
Cuando entramos en Valdocco, al abrir la puerta de la capilla Pinardi, la piedra angular de la casa de Don Bosco, pasamos del bullicio del patio al silencio que nos recuerda esa presencia callada que acompaña, sostiene y fortalece la vida.
No olvidemos quién es el dueño que habita nuestras casas y en medio de toda la actividad que realizamos, acudamos y llevemos a otros a Él.
Jesús nos sigue diciendo resucitado de entre los muertos: ¡No tengáis miedo! ¡Paz a vosotros! ¡Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros!
Y entonces, su tristeza, se convirtió en alegría.
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