La lechera del paseo. 4 de junio de 2016
Por la mañana te expongo mi causa y quedo aguardando (Salmo 5,4).
El camino de siempre y la soledad de todos los sábados cuando despunta la mañana.
Hoy el espacio se cubre de sol cuando anunciaban la presencia de nubes. Ya veremos quién tiene la razón, si la mañana o el resto.
El paseo suave y la dama en su punto, como todos los días haga lluvia, sol, o sea de noche.
Como todas las mañanas, con su cara de bronce y su sonrisa intemporal.
Como quien vende el mejor producto de su granja exigua: la leche mañanera, a cazos y en su lechera, realizando una tarea histórica durante décadas que pronto serán incontables.
Un gorrión irrespetuoso o una paloma atrevida han dejado sus excrementos en un lugar inapropiado. La falta de respeto, a veces, también tiene carta de naturaleza.
Y allí estaba él. No me lo podía creer.
Contemplaba la solitaria escena…, y tirando de móvil fotografía, al brillo de la aurora, a nuestra “lechera”, inmortalizada en la calle del Paseo.
He tenido que fijarme bien restregándome los ojos. No me resulta ni habitual ni conocido a estas horas y en este trayecto.
Era, ni más ni menos, caminando solo, como apetece a estas horas, sin compañías de farándula, sin siglas políticas, sin bastón de mando, como un viandante más, el alcalde de la ciudad.
Lo observo unos segundos.
Él a lo suyo y yo a lo mío. Ensayo un ademán de saludo cortés.
Él a lo suyo, como debe ser a estas horas de la mañana.
Él a lo suyo, captando la vida de la ciudad que despierta tras la noche de un viernes agitado y desconocido.
Supe después que iba a una reunión importante; me lo contaron unos amigos, antes que la prensa.
¿Qué ha pretendido retratar a estas horas el alto dignatario?
¿La mujer que, diariamente, impávida, aguanta autofotos o selfis y bromas intempestivas?
¿La caradura del pardal o de la gaviota que han dejado su huella en la cabeza y en el rostro de la humilde dama inmortalizada?
¿Será un testimonio para exigir limpieza a los obreros del ramo?
¿Será para mostrar lo que está bien y lo que no se debe hacer?
Miro hacia atrás; uno de los protagonistas ya ha desaparecido, camino de su reunión política.
La dama sigue, enhiesta, en su sitio, ajena tanto a la mañana y a la intemperie como al desacato de las aves.
No aprende la mañana, no se resigna la hambrienta paloma o el gorrión descarado, no acaba de percatarse nuestra amiga, la dama del Paseo.
La escena trae a mi memoria que, a quienes preguntaron por su deseo de quedar inmortalizada en el Paseo, la dama llena de sabiduría popular había contestado: “Me lo pensaré”.
Y ante la insistencia de algunos, interesados en su gesto, se acordó del dicho de aquel sabio experimentado: “Mientras haya palomas y gorriones, como que no”.
¿Así se escribe la historia?
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