Una abuela con ritmo

Autor: Isidro Lozano
On 11 julio, 2024

Una abuela con ritmo a pie de calle. 26 de julio de 2016

Los abuelos sostienen nuestros corazones para siempre (Proverbios 17,6).

Resulta que hoy, veintiséis de julio, es el día de los abuelos. Un buen día para celebrar la magnífica tarea que los abuelos realizan en las familias.

Hay niños que pasan más tiempo con los abuelos que con sus padres. Si la presencia de los abuelos imprime un modo de ser, la ausencia de los mismos deja sentir sus efectos en algunos niños, aunque estos no sean fáciles de precisar, ya que «los abuelos sostienen nuestros corazones para siempre». Nunca un día tuvo un destino más oportuno y acertado.

Pues este martes que parece lunes, por el festivo de ayer, he vuelto a la calle del Paseo, a la hora habitual. Iba un poco con aires domingueros y de despedida y hoy me he encontrado con ella, con la abuela del Paseo, nuestra conocida dama de la sombrilla… Y la he visto engalanada, como de fiesta.

Será que a ella también ha llegado la noticia de la fiesta de los abuelos. Observo, a su lado, un carro de la compra que trasporta varios recipientes que no he sabido interpretar. Y sobre la dama del Paseo, cruzado, en bandolera, un bolso de señora no exento de valor, de colorido y de precio.

Mi sorpresa va en aumento cuando en sus inmediaciones ha comenzado a sonar un violín callejero con los sones del Adagio de Albinoni y otras esencias musicales desconocidas  para mí.

Adagio de Albinoni.

A la vuelta la escena se completaba con el Adagio para cuerda de Barber…

Y, en un momento, caigo. El lugar para recoger los donativos por la actuación del desconocido violinista callejero es el bolso que la dama lleva cruzado sobre su hombro izquierdo.

Me ha parecido una figura entrañable la “lechera” recogiendo la limosna del arte en este mañana tibia, todavía amenizada por el son de un ajustado violín.

Porque el violista en el tejado ha pasado a ser el violinista de la acera que contempla a su dama  preocupada por recoger los exiguos céntimos que van desgranándose lentamente como las notas de estos ‘adagios’.

Me ha enternecido la tarea de esta abuela anónima.

Y me he acordado de tantos abuelos a quienes habría que regalar no un ramo de flores, sino un jardín entero, para premiar su ejemplar y generosa dedicación.

Todo, en estos tiempos de crisis y recesión económica, cuando los abuelos son capaces de compartir su pensión con el resto de la familia, cuidar de los pequeños, preparar la comida o mantener la casa ordenada.

Por eso, es tiempo para el encuentro agradecido. Las vacaciones escolares hacen este día necesario. A fin de cuentas, se trata de agradecerles todo su esfuerzo y de demostrarles que, sin ellos, la familia no sería la misma.

Ahora que la “memoria histórica” quita nombres y renombra algunas calles, es tiempo de pensar que los abuelos, bien merecen una calle o hacerles un monumento.

Isidro Lozano.

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Comentarios

1 Comentario

  1. Severino Fernadez Miguel

    Gracias por ése homenaje a nuestros mayores y sobretodo recordar qué ellos nos enseñan a ser mejores personas y sobretodo nos muestran a Jesús y María

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