Buenas noches de abril de 2023, a mis hermanos salesianos y a todos las miembros de nuestra Familia Salesiana.
La última reforma de Valdocco transformó la capilla Pinardi en un lugar de silencio y de oraci6n.
Allí, en un rinc6n de ese constante ir y venir de personas que es el patio del lugar que nos vio nacer, se encuentra ahora un espacio habitado.
Desde primera hora de la mañana hasta la última de la tarde, quien lo desea puede entrar allí y encontrarse con Jesús que está presente y esperando a cada uno en la exposici6n permanente de la Eucaristía.
Valdocco es el punto de referencia y el criterio de inspiraci6n de toda Casa salesiana.
Valdocco fue un lugar de encuentro con las jóvenes, un patio donde acortar distancias y estrechar relaciones.
Un espacio educativo donde ofrecer herramientas para el crecimiento a todos las niveles.
Valdocco fue la Casa en la que nacimos y por eso, el hecho de que en el primer cobertizo ofrecido par el señor Pinardi a Don Bosco para instalar su «laboratorio», hoy esté presente Jesus, esperando a todos los que quieran encontrarse con El, es un signo para todos nosotros.
Sin encuentro personal con Jesús no puede nacer, ni perseverar, una vocación cristiana.
Si la persona de Jesús no se convierte en una referencia real para nuestra vida, las actividades que realizamos pasaran coma un buen recuerdo de un tiempo bonito, pero pasajero.
Estoy convencido de que la Buena Noticia de Jesús sigue siendo el mejor regalo que podemos ofrecer a las personas de una sociedad desorientada y escasa de asideros a las que agarrarse cuando soplan las vientos que hacen perder el equilibrio en el que muchos jóvenes se mueven.
Esta semana he leído de seguido el Evangelio de Lucas mientras recorría alguno de los lugares en las que Jesús se encontró con las personas a las que anunció la buena noticia del Reino.
Leyendo sus palabras me preguntaba en silencio:
¿Cómo encontrar las modos adecuados para seguir contagiando entusiasmo ante este mensaje?
¿Es que ya no necesitamos escuchar de Jesús su oferta de perdón, de esperanza, de paz, de sanación ante tantas heridas?
¿No nos sirve una promesa de felicidad en la que Dios se pone del lado de las pobres, de las que sufren, de las que lloran?
¿No es preferible el camino de tratar a las demás como a uno mismo y amar sin esperar nada a cambio, en vez de cultivar odios, crispación y desencuentros?
Las dificultades que hoy tenemos para acercar a Jesús a las jóvenes no son nuevas.
En la sinagoga de Cafarnaúm, tras las quejas de buena parte de sus discípulos que consideraban su doctrina inadmisible, Jesús preguntó a los doce:
─¿También vosotros queréis marcharos?
Pedro le respondió de inmediato:
─Señor, ¿A quién iremos? Tu tienes palabras de vida eterna.
Es evidente que necesitamos sumarnos con entusiasmo a la respuesta de Pedro.
Por eso, al inicio de este mes de abril, acercándonos a la celebración de la Pascua, os animo a renovar nuestro encuentro personal con Jesús y a reservarle, como en Valdocco, un lugar especial en nuestra Casa.
Sólo así, acudiendo a Él, junto a tantas cosas buenas como hacemos, podremos perseverar en nuestra entrega y convertirnos en testigos auténticos y creíbles de que encontrarse con Jesús llena de sentido toda una vida.
Desde Jerusalén, donde me encuentro realizando los ejercicios espirituales con los inspectores de la Región Mediterránea, os prometo una oración en esta Tierra Santa y os envío, al inicio de este mes, un fuerte abrazo.
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