Buenas noches Febrero de 2024, a mis hermanos salesianos y a todos las miembros de nuestra Familia Salesiana
En el día de ayer nuestras Casas se llenaban de fiesta.
El ambiente que la creatividad salesiana ha ido construyendo a lo largo del tiempo se concretaba en actividades y oportunidades de encuentro que hacen que el día de Don Bosco quede guardado en la historia personal de quien se ha educado en una Casa salesiana.
Pasada la fiesta iniciamos el mes de febrero y en estas buenas noches en las que retomo frases del sueño de los nueve años, invito a preguntarnos que concreción tiene en este momento de nuestra vida, la indicación directa y personal que la Virgen hizo a Juanito Bosco en aquel sueño de la infancia:
«He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar».
Cada salesiano, cada educador, cada miembro de esta familia que Don Bosco formó, está llamado a ser un referente adulto que haga creíble con su vida el mensaje que anunciamos.
La experiencia me ha enseñado que para esto no es imprescindible estar en plenitud física, ni tener un cargo concreto con el que desempeñar una tarea.
Eso sí, todos necesitamos lugares de encuentro con las personas, espacios en los que poder estar para crear fraternidad.
Estos años he podido comprobar cómo salesianos mayores aun realizando las tareas más sencillas y humildes, son una presencia indicativa para los jóvenes y educadores que habitan nuestra Casas.
El campo de la misión sigue siendo amplio y complejo.
Un campo en el que estamos llamados a transmitir una sabiduría cristiana que enseñe los valores del Evangelio, en el que podamos ser ese hospital de campaña que sana heridas con la medicina del cariño demostrado, la acogida y la escucha.
Un campo en el que se cultive con pedagogía e inteligencia la semilla de la fe que esconde en la pequeñez de sus gestos, una enorme capacidad terapéutica para quien experimenta el encuentro con Jesús que acompaña toda una vida.
¿Cuál es mi campo?
Esa es la pregunta que invito a reflexionar en estas buenas noches.
Don Bosco aprendió que la misión encomendada no la podrá realizar solo.
Por eso es el padre de una gran familia.
El campo de la misión juvenil es atendido por un gran movimiento de personas unidas con un mismo corazón pastoral y un mismo espíritu en el que cada uno aporta sus posibilidades al proyecto común.
Cada salesiano, cada educador, cada miembro de nuestra familia tenemos la oportunidad de seguir sumando fuerzas y energías para superar cualquier dificultad que pueda surgir y con nuestro testimonio de vida, ofrecer posibilidades de encuentro que ayuden a jóvenes y adultos a ser felices aquí y en la eternidad.
He ahí tu campo… ¿Cuál es el que en este momento de mi vida me señalaría a mi la Maestra?
Un fuerte abrazo.
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