Abril de 2022. A mis hermanos salesianos y a todos los miembros de nuestra Familia Salesiana
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo.
No es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo.
No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo con la propia razón.
Su resurrección no es cosa del pasado.
Él vive y si empiezas a conversar con Cristo vivo sobre las cosas concretas de tu vida, esa será la experiencia fundamental que te sostendrá porque una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie.
Comienzo las buenas noches de este mes de abril con palabras del papa Francisco en las que se nos invita a hacer de Jesús un compañero permanente de nuestro caminar por la vida.
Lo hago porque durante las tres primeras semanas de este mes que hoy iniciamos, viviremos la recta final de este tiempo de cambio y conversión que es la Cuaresma, celebraremos los días centrales de la vida y misterio de Jesús durante la Semana Santa y escucharemos el anuncio gozoso de que solo el encuentro con el Resucitado puede de verdad eliminar nuestros miedos y llenarnos el corazón de paz.
Desde que empecé a enviaros estas buenas noches para cada inicio de mes, he acudido a la vida de Don Bosco para escribir unas palabras que puedan servirnos de inspiración para la nuestra.
Pero hablar mucho de Don Bosco sin tener a Jesús como referencia permanente de su vida, sería sin duda traicionar su memoria.
El espíritu salesiano, que de Don Bosco hemos recibido, encuentra su modelo y su fuente en el corazón de Cristo a quien seguimos e imitamos.
Como Don Bosco nos contó al escribir las Memorias del Oratorio, releyendo las andanzas de nuestro padre, tenemos oportunidades para reflexionar sobre nuestra vida.
Como él, también nosotros podemos pasar por momentos de desorientación en los que necesitamos alzar los ojos al cielo para pedir al Señor ayuda ante las incertidumbres.
También tendremos ocasiones en los que nos toque orientar la mirada de otras personas.
Para fijar los ojos en el Crucifijo y seguir con fuerzas renovadas con las tareas sencillas de la vida.
También nosotros, como en aquel llanto de 1887 en Sacro Cuore cuando todo se comprendía, podremos encontrar motivos para agradecer la vocación recibido y para seguir dando vida a la misión salesiana hasta el último aliento.
Sin mí no podéis hacer nada.
Nos dijo Jesús a todos sus seguidores.
No nos olvidemos de ello para poder ser sus discípulos y sus apóstoles.
Para ver la vida con sus ojos y sentirla con su corazón.
Renovemos nuestro encuentro con Jesús para que nos llene de su paz.
Esa será la experiencia fundamental que dará sentido a todo lo que podamos hacer con nuestra vida.
Así fue para Don Bosco y así podrá seguir siendo para cada uno de nosotros.
Un fuerte abrazo
Inspector SSM
La Semana Santa es el símbolo de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesúscristo